Aún en los momentos más difíciles, recuerde consolar a los niños.

Cariñosamente tómelo de la mano o ponga su brazo sobre los hombros del niño y comiencen a hablar. Podría decir: “Papi ya no está aquí porque él se murió. Cuando una persona muere, su cuerpo deja de funcionar. Su corazón deja de palpitar, su cuerpo para de moverse, de comer y de respirar”. Explíquele que la muerte es parte natural de la vida.

Ofrézcale confianza para que él haga preguntas y dígale que usted las contestará de la mejor manera posible. Pero es normal que usted no tenga todas las respuestas.

Nunca deje de asegurarle que el fallecimiento de uno de los padres no significa que el otro también morirá. Puede decir: “Una persona no puede prometer que él o ella no morirá, pero podemos cuidarnos y mantenernos saludables y fuertes”. O también: “Es nuestra responsabilidad disfrutar de nuestras vidas, mantenernos saludables, fuera de peligro y expresar nuestro amor a las personas que queremos”.

Si el niño no comprende que la muerte es un estado permanente, podría hacer preguntas como, “¿Cuándo regresará mi papi?”. Use palabras como murió y muerte. A pesar de que las frases como se durmió y se fue parezcan delicadas también pueden crearle confusión.

Oriéntese para ofrecerle consuelo con abrazos fuertes o con algún juguete, como un animalito de peluche.

La labor suya es repetir esta conversación especialmente si se trata de un niño pequeño. Tenga paciencia y sepa que con el tiempo el niño lo comprenderá.

Asegúrele que usted siempre lo escuchará y le dará su apoyo. Aunque nadie puede tomar el lugar del padre que murió, hay otras personas que lo aman y siempre lo ayudarán.

Recuérdele que usted siempre cuidará de él. Dele ejemplos de cómo usted y otros miembros especiales de la familia y amistades estarán siempre dispuestos a ayudarlo.

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